sábado, 7 de mayo de 2011

A tu nombre

¡Que btendrá tu nombre
que tanto lo quiero!
Si en silencio, mi amor, lo repito,
siento tanto dolor que me muero,
pues quisiera tenerte al llamarte
mas como no puedo
lo llevo en mi alma
grabado con fuego.
Yo quisiera llevarlo en mi frente
y poderlo escribir en el cielo
para ver día y noche tu nombre
y poderlo adorar desde el suelo

En la ermita

Al umbral de solitaria ermita,
un pobre: arapos, hambre y frío,
de hinojos jadeante
bajo el crucifijo.

-Ve, Señor, esta miseria mía
y mira que nada puedo darte;
pero soy el hombre más dichoso:
aún puedo amarte.