martes, 13 de abril de 2010

Rutas de León ( Valporquero y las hoces del Torío)

El recorrido comienza, apenas dejar lka capital leonesa, en los restos de lo que debió ser la gran villa romana de Navatejera , un yacimiento más de la historia de Roma en León, como bién lo demuestran las cerámicas, sellos, tégulas, ladrillos y medallones hallados en excabaciones recientes y los mosaicos que revelan la existencia de un pasado soberbio.- El viajero caminará pegado al Tiorío, desde su curso bajo, hasta las montañas del nacimiento.-En medio, quedarán vegas amplias y generosas , donde alamedas y choperas alternan con cultivos y parcelas pequeñas, casi apretadas .- Puoblos de casas de piedra, parajes escondidos con el silencio misterioso, propio de la vida serena de aquellos valles que anuncian el final del mundo.- Porque el valle del Torío, como también el del Curueño, no dispone de salida hacia Asturias.- De ahí que decerzca la dinámica de sus gentes y que la despoblación de sus pueblos se haga obstensible a medida que el visitantr descubra la cabacera del río.-

La andadura , tranquila,pausada, llevará al visitante a cruzar la rica vega de San Feliz, Palazuelo, Garrafe y La Flecha del Torío.- Chales de nueva planta restan belleza al verde praderío y obstaculizan la mirada de un viajero deseoso de ver naturaleza pura y sencilla. Un desvío a la derecha descubre a medio kilómetro el santuario de Manzaneda, pero la ruta prosigue aguas arriba , por Matueca, con Iglesia del siglo XVII, Pedrún y Pardabé ( Iglesia del siglo XVII.- Antes ede llagar a Matallana de Torío, la carreytera dibuja nuevos desvíos. A la derecha, Robles de la Valcueva; a la izquierda, Robledo de Fenar y, mas adalante, Orzonaga.- Matallana ha ganado con su estación de ferrocarril y sus minas de carbón alga más de lo que ambos aspectos han restado a la belleza natural del paisaje.-

Pocos metros antes de cruzar el puente de Serrilla, una deviación conduce a Villalfiede ( puente medieval) y Correcillas. El ambiente fresco que desprenden valle y río va dando paso a un paisaje agreste y no menos sobrecojedot.- La carretera atraviesa Vegacervera, con con ruinas de un puente romano, y poco a poco parece que quisiera estrellarse contra las gigantescas peñas calizas que de forma inusitada salen al encuentro del viajero. Son las hoces de Vegacervera.- Casi dos kilómetros de paredes verticales de cerca de 100 metros de altura que mantienen encajonadas las aguas revueltas del Torío y el corazón del caminante a punto de saltar fuera a fuerza de tanto susto. Entre peña y peña, puentes de piedra sobre las frias aguas de montaña que afluyen inquietas erosionando las moles de roca mientras dibujan pequeñas cascadas que resaltan la belleza sel entorno. Un camino que serpentea hasta las hoces terminan dell mismo modo que comenzaron, casi de repente y por sorpresa.-

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